Ricard Lluc | Una nueva oportunidad para los valencianos

Ricard Lluc | Una nueva oportunidad para los valencianos

Después de lo que se vivió el 18 de noviembre en la ciudad de Valencia, con la manifestación por un cambio en el modelo de financiación que se llevó a cabo, el panorama político valenciano se ha puesto más que interesante. Un Consell más preocupado que nunca al tener a nuestro empresariado de su parte, un Podemos incómodo con esto, un Ciudadanos totalmente fuera del debate y un PP aislado.
Es de celebrar que nuestros empresarios se hayan sumado a reivindicaciones como la Financiación Justa, Corredor Mediterráneo, el Cantábrico, o el Derecho Civil Valenciano — reclamaciones que, frecuentemente son etiquetadas como “valencianistas”, pero que, al final, son de sentido común—. Además de alegría seguidamente me invade un fuerte sentimiento de preocupación.
¿Estará el actual Consell capacitado para mantener a nuestros empresarios de la mano del poder político en futuras reclamaciones para que sean lo más plural y unitarias posibles? Me gustaría pensar que sí, pero el hecho que el Consell esté formato por dos partidos de izquierdas y apoyado por un partido populista que se mosquea si Ximo Puig se va de misión comercial en Canadá con empresarios valencianos, no inspira demasiada confianza.
De entrada, quiero aclarar que no tengo nada en contra de la izquierda. Simplemente pienso que, normalmente, los empresarios no se suelen sentir cómodos con partidos de izquierdas, puesto que la izquierda tiende siempre hacia políticas proteccionistas —como oponerse a tratados de libre comercio, como el CETA, que aportarán grandes beneficios económicos en la Comunitat Valenciana— o también políticas de intervencionismo de la administración pública en la economía —como por ejemplo el intento de crear un nuevo impuesto al sector turístico valenciano—, políticas que, en condiciones normales, suelen ahogar a las empresas. Y cuando hablo de ponerle las cosas fáciles a los empresarios no me estoy refiriendo sólo a los más grandes. Hablo también del último autónomo que se dio de alta y que todavía tiene beneficios en negativo por las exageradas tasas que se los pone. Hablo del panadero que se levanta todos los días a las 5 de la mañana para ofrecer un buen servicio pero al que Hacienda lo ahoga cada vez más.
Hablo también del joven emprendedor que sólo acabar los estudios decide comenzar un proyecto de negocio pero la administración pública no hace más que ponerlo complicado. Y por lo tanto, nos tenemos que preocupar de llevar a cabo políticas que favorezcan el crecimiento de esos medios y pequeños empresarios, porque son los que aportan trabajo, riqueza y prosperidad a nuestra tierra y, si dejaron de hacerlo, caería todo y caeríamos todos. El problema se encontraba cuando a la hora de depositar la mayor muestra de confianza política que tenemos en democracia —el voto—, no había ningún partido que cubriera ese espacio, hasta día de hoy huérfano.
Era evidente: hacía falta ya un partido que cubriera ese vacío con el que contaba el panorama político valenciano: un partido de centro, moderno y moderado que aplicara políticas enfocadas en la libertad económica, la libertad de las personas a llevar adelante sus proyectos de vida, la facilitación para emprender y hacer negocios en lugar de poner trabas, pero también en la defensa de nuestra tierra y la reivindicación de las causas que nos son justas, tal y cómo hacen nuestros empresarios.

Ese partido se llama Demòcrates Valencians, un partido con un proyecto de futuro ambicioso para la Comunitat Valenciana, que estamos construyendo desde la base con gente de procedencias distintas pero que siempre habían añorado un proyecto como este, incluso antes de que existiera.

Demòcrates Valencians proposa estendre el sistema de cupo a totes les autonomies